Tomarse las cosas demasiado a pecho es una forma de vivir con el corazón desprotegido. Es sentir que todo lo que ocurre —un gesto, una palabra, una mirada o una crítica— tiene algo que ver con nosotros.
Hay días en los que todo parece afectarte: un comentario, un silencio, una mirada.
Te dices a ti mismo que no deberías sentir tanto, que tendrías que ser más fuerte